México, Distrito Federal
Jueves 3 de Enero de 2008.
Estos nuevos mexicanos y mexicanas tendrán una esperanza de vida de 75.1 años (72.7 para los hombres y 77.5 para las mujeres) de acuerdo con las nuevas proyecciones del Consejo Nacional de Población (Conapo) que consideran la población base del II Conteo de Población y Vivienda 2005, realizado por el inegi.
La tasa de crecimiento total del país durante 2008 se estima en 0.82 por ciento, con una tasa global de fecundidad de 2.1 hijos por mujer, nivel de reemplazo generacional, lo que significa que cada pareja tiene el número de hijos que los reemplazará en la pirámide de población.
Durante las próximas décadas la población del país entrará de lleno y completará la última fase de la transición demográfica, encaminándose rápidamente a un crecimiento cada vez más reducido y a un perfil envejecido. La tasa de crecimiento natural descenderá de 1.35 por ciento en 2008, a 1.28 en 2010 y a 1.22 en 2012, en tanto que hacia mediados de siglo, por primera vez desde la culminación de la Revolución Mexicana, se prevé el inicio de un ciclo de crecimiento demográfico fluctuante a tasas muy bajas, incluso negativas.
Los cambios en la fecundidad y la mortalidad que se producirán durante los siguientes 30 años implicarán profundas transformaciones en la distribución por edades de la población. De hecho, en ese periodo se acentuará el tránsito de una población “joven” a otra “entrada en años”, lo que se traducirá en un incremento significativo de su edad promedio, que pasará de casi 29.1 años en 2008 a 42.7 años en 2050.
Entre 2008 y 2050, la proporción de los menores de 15 años en la población total disminuirá de 29.4 a 16.8 por ciento. En cambio, el porcentaje representado por la población en edades laborales, entre 15 y 64 años, se incrementará sistemáticamente hasta el 2020 y a partir de entonces su peso relativo tenderá a disminuir de nuevo: de 65.0 por ciento en 2008 a 68.7 por ciento en 2020, para descender a 62.0 por ciento en 2050. A su vez, la población del grupo de la tercera edad (de 65 años o más) aumentará de 5.6 por ciento en 2008 a 21.2 por ciento en 2050.
Las transformaciones en el tamaño y la estructura por edades de la población también dejarán sentir sus efectos en la formación de un amplio espectro de demandas y necesidades sociales que resulta necesario prever con antelación para hacer frente a los nuevos desafíos con oportunidad, equidad y eficiencia.
Por sólo citar algunos ejemplos de estos nuevos desafíos, tendremos una demanda cada vez más intensa de educación, la cual se trasladará en las próximas décadas a los niveles medio-superior y superior y será necesario ampliar la cobertura y calidad de estos servicios.
Además, en los próximos diez años ingresarán al mercado de trabajo alrededor de 900 mil mexicanos y mexicanas anualmente, a quienes habrá que brindar oportunidades de empleo suficientes y adecuadamente remuneradas.
En el mediano y largo plazos, el envejecimiento demográfico, con los cambios asociados en las pautas de morbilidad y mortalidad, exigirá una cuantiosa reasignación de recursos y demandará profundas reformas en las estrategias, alcances, funcionamiento y organización del sector salud y de la seguridad social, entre muchos otros.