Una de cada diez personas que padecen Glaucoma sufre ceguera irreversible.

Valle de México
Martes 14 de Agosto de 2007.

Una de cada diez personas que padecen glaucoma sufre ceguera irreversible debido a que esta enfermedad ocular es silenciosa porque no presenta síntomas, sólo ocasiona pérdida progresiva del campo visual, es decir de todo lo que se ve alrededor.

De acuerdo con datos del Hospital General de México, de la Secretaría de Salud, este padecimiento tiene como denominadores comunes la posible elevación de la presión intraocular, el daño del nervio óptico y la pérdida del campo visual. Es la segunda causa de ceguera irreversible en Estados Unidos y afecta con mayor frecuencia pacientes ancianos aunque se puede presentar en cualquier edad.

Se estima que en México hay dos millones de personas con esta enfermedad, con una proporción de dos mujeres por cada hombre. No obstante, su desconocimiento y el hecho de ser asintomática, provocan que siete de cada diez no sepan que la padecen.

Una persona puede sospechar que padece glaucoma si deja de ver lo que le rodea, se tropieza con frecuencia, no se da cuenta que alguien le extiende la mano para saludarla o choca con puertas o muebles. En estos casos debe acudir con el oftalmólogo para confirmar o descartar la enfermedad y recibir tratamiento.

Al ser una enfermedad crónica degenerativa, puede tardar años en desarrollarse, pero el riesgo está presente a partir de la cuarta década de la vida. Se estima que dos de cada 100 personas mayores de esa edad puede desarrollarla y la frecuencia aumenta conforme incrementa la edad, de tal manera que 20% de los mayores de 70 años puede padecerla.

El glaucoma se debe principalmente a la elevación de la presión intraocular, de más de 20 milímetros de mercurio, que se presenta porque el líquido interno que produce el ojo para nutrirse por dentro deja de drenarse y se obstruye, lo cual aumenta la presión, daña el nervio óptico y produce pérdida del campo visual.

También están más predispuestos a desarrollar glaucoma quienes tienen algún familiar con este padecimiento, sufren diabetes mellitus, se sometieron a cirugía de cataratas, trasplante de córnea o sufrieron algún trauma ocular, usan gotas que contienen cortisona o esteroides para evitar el enrojecimiento y tienen miopía elevada. En estos casos, es necesaria una evaluación anual, a pesar de que no se tengan síntomas.

El glaucoma causa enormes gastos económicos directos e indirectos, no sólo por medicamentos, estudios y consultas, sino por la discapacidad que impide a la persona ser productiva y la vuelve dependiente de alguien, lo cual le ocasiona fuertes cambios emocionales que le generan sentimiento de carga familiar y depresión.

Es una neuropatía óptica, en la que se afectan los nervios ópticos, que son una especie de “cables” que llevan la visión de los ojos hasta la parte posterior del cerebro donde se procesa la imagen. Hay alrededor de 70 tipos, pero el más común entre los mexicanos es el primario de ángulo abierto, que es asintomático y afecta 90% de los casos.

No obstante, también hay pacientes con otra forma llamada glaucoma de ángulo cerrado, que en algunas personas provocan un ataque agudo caracterizado por enrojecimiento de ojos, dolor ocular intenso y de cabeza, náusea, vómito, malestar general, visión borrosa y halo de colores como arcoiris, debido a que la presión intraocular está muy elevada.

El diagnóstico se realiza en varias etapas. La primera se basa en la toma de la presión intraocular, que a pesar de no ser determinante, es indispensable en la evaluación del paciente con sospecha, así como la revisión del nervio óptico.

Después, se realizan estudios especializados de cantimetría automatizada, tomografía del nervio óptico y analizador de respuesta ocular, los cuales permiten detectar alguna alteración, incluso antes de que haya daño al campo visual.

El tratamiento es escalonado, inicia con gotas para disminuir la presión intraocular, pero cuando se vuelve insuficiente o no tiene efecto, se recurre al láser y si de esta manera no se controla por completo la enfermedad, se realiza una cirugía. Entre más temprano sea el diagnóstico, hay mayor posibilidad de control con medicamentos.

Finalmente, es recomendable que toda persona menor de 40 años acuda a revisión médica oftalmológica cada tres años; entre los 40 y 60 años, cada dos años y después de los 60 años, anual, independientemente de que tenga o no síntomas de algún problema ocular.