09-09-09: secuestró el avión por “revelación divina”.

México, Distrito Federal
Miércoles 9 de septiembre de 2009.

Con dos latas de jugo llenas de tierra y camufladas como explosivo, José Mar Flores Pereyra, un predicador evangélico de 44 años, de nacionalidad boliviana, activó ayer las alertas de seguridad nacional, al secuestrar un avión de Aeroméxico que aterrizó en esta capital procedente de Cancún, Quintana Roo.

El secuestrador, con un historial de adicciones y antecedentes de robo a mano armada en su país natal, exigía entrevistarse con el presidente Felipe Calderón para comunicarle una “revelación divina”, sobre un terremoto de gran intensidad que sacudiría al país.

Los 104 pasajeros del vuelo 576, en su mayoría mujeres y niños, fueron liberados 45 minutos después del aterrizaje de la aeronave, luego de una negociación con el secuestrador en la que fungieron como mediadores el piloto del propio avión y una azafata.

Genaro García Luna, responsable de la Secretaría de Seguridad Pública (SSP) federal, explicó que Flores Pereyra eligió el día de ayer porque la fecha 9/9/9, corresponde invertida al 666, el número de la Bestia, según el Libro de la Revelación de San Juan.

Adujo tener un mensaje divino:

En una breve entrevista con los medios de comunicación tras ser sometido y detenido, Flores Pereyra explicó que quería entrevistarse con Calderón para pedirle congregar al pueblo en el Zócalo de la ciudad de México, para “esperar un mensaje de Jehová”.

Siempre sonriente, el secuestrador que tiene 17 años de radicar en México, dijo que el artefacto explosivo que amenazó detonar eran en realidad “dos latas de jugo Jumex, las llené de tierra y les puse unas lucecitas”.

Interrogado sobre quienes eran sus cómplices, respondió: “El Padre, El Hijo y el Espíritu Santo”.

Flores Pereyra será acusado de terrorismo, privación ilegal de la libertad y lo que resulte, según la averiguación previa PGR/DDF/SZC/AICM/3776/09-09B.

García Luna explicó que el avión tipo boeing 737 con matrícula EI-DRA despegó a las 11:40 horas del Aeropuerto de Cancún, con destino a la ciudad de México, trayendo a bordo 103 pasajeros, entre ellos el secuestrador, más los siete integrantes de la tripulación.

“A las 12:56 horas, el capitán de la aeronave se comunicó con el centro de control de tránsito aéreo del Aeropuerto Benito Juárez de la Ciudad de México, para informar que tenían una emergencia relacionada con un posible secuestro por parte de un grupo de tres personas”, señaló el funcionario.

Procedimiento de emergencia:

La amenaza fue notificada al capitán por la sobrecargo de la aeronave, quien le informó que uno de los pasajeros, que dijo pertenecer al “grupo religioso Jehová” y que aseguraba tener una bomba a bordo, pedía sobrevolar siete veces el espacio aéreo de la capital, y que el presidente Felipe Calderón estuviera en el aeropuerto al aterrizar el avión.

“De inmediato se activó el protocolo de seguridad para este tipo de situaciones, instalándose el comité de Seguridad Aeroportuaria”, explicó el funcionario, quien condujo personalmente el operativo desde la torre de control del aeropuerto, donde se entabló comunicación con el piloto de la aeronave.

En primer lugar, detalló, se condujo el aterrizaje y el posicionamiento del avión en un área de seguridad denominada La Gota, que se encuentra en la zona oriente del aeropuerto capitalino, previamente definida para atender amenazas de bomba y situaciones de emergencia de los aviones que llegan a la terminal aérea.

El piloto, Ricardo Ríos, mientras tanto, había informado al secuestrador que no podría sobrevolar la ciudad de México como lo pedía por no tener suficiente combustible, y refirió que José Mar Flores Pereyra aceptó aterrizar, siempre y cuando la prensa estuviera al pie del avión al llegar éste. La aeronave aterrizó en esa posición a las 13:50.

García Luna detalló que como parte del procedimiento preestablecido para estos casos, se convenció al secuestrador para que permitiera abandonar la nave a los niños y mujeres, lo cual ocurrió a las 14:45.

A las 14:56 horas, fuerzas especiales de la Policía Federal tomaron control de la aeronave, sometiendo al secuestrador y deteniendo al resto de los pasajeros varones, para verificar que no estuviera infiltrado entre ellos un cómplice, ya que Flores Pereyra había informado a la tripulación que participaba en esta acción con dos personas más.

En una operación que tomó poco menos de tres minutos, decenas de policías federales subieron con pistolas automáticas por las dos escalinatas del avión y detuvieron al secuestrador, que bajó de la nave con su Biblia bajo el brazo.

Una vez en tierra, el secuestrador fue interrogado personalmente por el secretario García Luna al pie del avión y por un momento se apreció un forcejeo entre el plagiario y el funcionario federal.

La maleta negra con la que el secuestrador descendió del avión fue revisada por expertos en explosivos. En el interior, además de algunas prendas, había dos paquetes forrados con cinta adhesiva gris, uno de ellos con dos latas de aluminio, unos cables y un reloj digital. No se encontró ningún material explosivo.